viernes, 21 de noviembre de 2008

Divagaciones sobre la margarina


Es una fría noche. En unos altavoces que tienen más de 10 años suena una música que tiene más de 50 años para un tipo que tiene más de 30. Escribo para un blog que tiene más de un año. Una minucia. Si, como no sé de que escribir hoy, será algo espeso y perogrullesco, al menos en mi mameluca mente. Las cosas cambian a mi alrededor a una velocidad vertiginosa. La gente pasa y llega. Se van y vuelven. Incluso yo me voy de ciertos lugares. Pero bueno. Mi vida sigue como una meada de perro por una cuesta, siguiendo la máxima pendiente, lo más cómodo, la de menor energía potencial. Un oasis en medio de una vida de enfermedad, vorágine y malos tragos. Todo va como la seda. Solo alguna preocupación puntual, el ritmo cambiado del sueño y alguna noche insomnio aislada. Sé que pronto se acabará lo bueno. Si la gente supiera lo que me afectan los agobios no harían ciertas cosas, pero bueno, uno no es el amo del universo. Soy como el funambulista en la cuerda floja. Unas veces la cuerda es una soga de atar barcos y mis pies son de aceros de dichos navíos y otras la cuerda es una guita y mi pies son mantequilla, margarina. Me gusta mucho el nombre de margarina. La margarina se llama así porque si la miras al microscopio se ven como bolitas, y en griego margarina es perla. Bueno, no creo que exactamente sea esa la palabra. Lo busco y se lo cuento. Es raro porque en Wikipedia no viene este dato. Bueno en inglés si. Viene del griego μάργαρον (margarís, -îtēs / márgaron) que si que significa perla de ostra. A esto es a lo que yo llamo divagar y divulgar al mismo tiempo. De todas formas que yo prefiero la mantequilla. Hay quien dirá que siendo de Córdoba debería preferir el aceite de oliva. Pero si va sola con pan, me gusta la mantequilla. Breda o Lorenzana a poder ser. Si la tostada va con jamón entonces si, aceite de oliva. Estados de ánimo y comida. Siempre tan interrelacionados. Cuando uno está triste no le apetece comer cocidos, se supone. A mi si. A mi me da igual. Si fuera como una treintañera americana de serie de la tele que siempre que se deprimen se comen un kilo de helado vestidas con un skijama ahora sería el doble de gordo. Y tendría mi pijama más roñoso que la mar. Y tendría mi tendencia natural al sindrome de Diógenes más desarrollado. ¿Qué hemos aprendido hoy, como dirían en South Park o se preguntaría la pizpireta Sarah Silverman? Pues que la margarina es una mierda, que soy de fácil agobio (un momento, eso ya lo sabíamos), que no soy como Rachel Green (ni siquiera sé que rayos es Bloomingdale’s) aunque eso salta a la vista y que las perogrulladas prometidas han llegado, como eran de esperar, por los inescrutables caminos de la tontuna, la noche, el frío y la música de Woody Guthrie.

7 comentarios:

Sarashina dijo...

Querido Mameluco, a mí la margarina me recuerda "El último tango en París", que me gustó no me gustó en su momento. prefiero otras, incluso del mismo estilo.

Es verdad, margarita es la flor, y Margarita se llama la chica del Fausto, y margarina es ese sucedáneo de la mantequilla que al microscopio está hecha de perlitas... Viene del griego, efectivamente, y significa perla, en su origen. Las perlas en la tradición popular significan tristeza -te remito a la Casa de Bernarda Alba- y Margarita del Fausto se llama así por eso.
Una perfecta disertación sobre la melancolía. En el fondo, yo también soy una melancólica, pero vestida de entusiasmo para este teatro de la vida.
Y pensar que yo no puedo ponerle al pan ni margarina ni mantequilla, sólo aceite de oliva, debido a mi colesterol hereditario... ¿No es para que me dieran dos o tres ataques de melancolía diarios?

Mameluco dijo...

Yo tengo colesterol, triglicéridos y alguna otra cosa más.
Sigo con la margarina esa. Como con tantas otras cosas. Es que con melancolía uno deja su cuerpo físico a la deriva.

Melancolía tiene una etimología bien asquerosa...(del griego clásico μέλας "negro" y χολή "bilis"), aunque usted ya lo sabría.

La bilis negra que todo lo consume es más importante para mí que el colesterol.

Aunque ahora esté bien, gracias de Dios (jejeje).

supersalvajuan dijo...

Siempre nos queda Braudel para entender el tiempo

Mameluco dijo...

Supersalvajuan Yo no se quien es ese. Bueno, lo sé porque lo he mirado en wiki.
El tiempo es algo más complicado que todo eso, y a la vez más sencillo.

Yo soy geólogo, y tengo un concepto del tiempo en el que el ser humano es totalmente prescindible. Somos la cagada de una mosca en un almanaque de esos de colgar en la pared.
Quizás le clarifique mi visión este link
Calendario Cósmico

Anónimo dijo...

A mi la mantequilla tambien me gusta en el pan sobre todo los domingos por la mañana.Lo de guita refiriendose a una cuerda fina es muy de Castro. Un saludo

Anónimo dijo...

Pues a mí me ha gustado tu colección de divagaciones. También prefiero la mantequilla, pero no le hago ascos a la margarina. Ni a nada que tenga grasa, en general. Eso incluye los litros de helado de las series de chicas. Si tan sanas son las verduras, ¿por qué no sentimos lo mismo por ellas? La naturaleza no siempre es tan sabia.

Mameluco dijo...

Anónimo más flojo que un muelle guita, que se suele decir... jejeje
Muy de Castro si, aunque en la RAE:

guita.

(Quizá del germ. *witta, y este del lat. vitta, venda sagrada).

1. f. Cuerda delgada de cáñamo.

También viene... así que... somos cultos cultos en Castro.

Querida Ana Chévere es que la naturaleza nos indica el camino a seguir para conseguir aporte calórico, no a estar sanos o como sílfides. No nos hemos desembarazado del cavernismo aún. Pero claro ahora como hay tantas cosas ricas...
Yo no le puedo hacer ascos a la margarina porque es lo único que entra en mi casa.

 
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